jueves, 29 de abril de 2010

Llegada a Florida y fin del viaje!

Ha pasado ya más de una semana desde nuestro artículo y no es que sigamos en el barco haciendo el recorrido de nuevo (que no nos hubiera importado), sino que después de desembarcar en Florida, nos fuimos unos días a Cancún (concretamente a Playa del Carmen) y de ahí… a casita!!! Y en esto estamos, y claro, con las ganas de ver a nuestra familia y amigos y contar todas nuestras aventurillas, se ha hecho bastante más difícil seguir con la actualización del blog.

Pero bueno, retomando nuestra historia… dejamos el barco, con mucha pena, en Fort Lauderdale, pero bueno, para que no fuera tan dura la vuelta a la realidad, contactamos a través de la web de couchsurfing con un nuevo amigo americano, Greg, que nos invitó a su casa muy amablemente y nos trató fenomenal. Nos alojó en una habitación enorme con baño privado y vistas a los canales, desde el salón, vistas al mar… en fin que entre la buena compañía y el sitio perfecto, casi hizo que nos olvidáramos de lo mucho que nos había gustado el barco.


Lo cierto es que nunca habíamos oído hablar de Fort Lauderdale y nos quedamos sólo por recomendación de una chica que había vivido ahí un tiempo y le había encantado. A nosotros nos gustó mucho también, no hay monumentos ni grandes edificios que ver, pero la calidad de vida que se respira es digna de mención.


Un clima perfecto, playas kilométricas de aguas templadas y porque no decirlo, mucho lujo. Fort Lauderdale está lleno de canales bastante amplios donde mucha gente con dinero tiene sus mansiones y su coche último modelo aparcado por un lado de la casa y por otra el yate.


De ahí, Greg nos llevó hasta nuestro hostel de Miami beach (menos mal porque hay como unos 60 km y el transporte público no es muy bueno que digamos… gracias, Greg!). Miami beach está separado de Miami por varios puentes. Es muy entretenido, con una playa enorme, edificios art-decó mezclados con otros modernos, tiendecitas y muchos bares y restaurantes. En definitiva un sitio de playa para pasarlo bien y con mucha marcha para salir por la noche. Nosotros fuimos a cenar las dos noches a la calle más típica, Lincoln Road, que es peatonal y está llena de restaurantes. El último día quedamos con unos amigos de Zaragoza que viven ahí y lo pasamos muy bien, a la vez que nos contaban lo a gusto que se encontraban en Miami.


Por cierto, aunque ya lo habíamos oído, nos chocó mucho que todo el mundo y creemos que sin excepción, habla español. La mayoría de la gente que vive en Miami es latina pero los de USA que viven ahí han aprendido también español, nos imaginamos que no les habrá quedado otro remedio, así que es curioso que puedes entrar a las tiendas y preguntar directamente en español.

De aquí volamos a Cancún (México) para pasar nuestra última semana de viaje en playa del Carmen en un resort descansando y concienciándonos de que estábamos a punto de acabar nuestra aventura. Aunque con bastante pena por finalizar nuestra aventura, estamos contentos de haber podido vivir unos meses tan espectaculares, de los que no cambiaríamos ni un momento y que nos ha permitido disfrutar un montón el uno del otro y de toda la gente que hemos ido conociendo por el camino. Como dijimos al tomar el avión: “habrá que repetirlo en unos años”

miércoles, 14 de abril de 2010

Islas del Caribe

Tras dejar Brasil el barco se dirigió rumbo al Caribe. Pasamos primeramente tres días de navegación, en los que aprovechamos a descansar y a disfrutar de todo lo que el barco ofrecía. Hicimos bastante uso del gimnasio ya que la comida era demasiado buena y demasiado abundante así que teníamos que compensar por algún lado. Le dimos bastante al ping-pong y ya teníamos nuestro grupo con los que nos juntábamos todos los días para varias horas de partidos dobles (todos estaban por encima de los 60 años, pero alguno le daba increíblemente bien y nos ganaba). También aprendimos unos cuantos pasos de tango gracias a las clases que daban Fernando y Cecilia, dos bailarines argentinos muy simpáticos y que bailaban fenomenal.


Tras estos días de relax total llegamos a Barbados, Antigua y St Thomas en tres días consecutivos. Las tres islas tienen en común que tienen playas muy bonitas con agua caliente y bastante transparente, un clima tropical muy bueno y están llenas de tiendas para atender a todos los cruceristas que llegan a ellas con ganas de comprarlo todo, también aprovechando que son tax free. En las tres se habla inglés y hoy en día viven principalmente del turismo.

Barbados.- es una de las islas más al sur del Caribe y más al este. Tiene una población de 280 mil habitantes y su capital es Bridgetown. Perteneció a Inglaterra hasta que en 1966 les dio su independencia. A diferencia de otras islas, todavía mantiene su industria del azúcar, aunque indudablemente la industria del turismo y los bancos (sorprende la cantidad de bancos para una isla de este tamaño) son los que hoy en día más tiran de su economía.

Aquí bajamos con los amigos del barco y decidimos hacer una excursión que incluía nadar con tortugas y ver un naufragio. Estas islas del Caribe están rodeadas de naufragios, unos más antiguos que otros, y muchos de ellos se encuentran a muy poca profundidad con lo que se pueden ver hasta haciendo snorkel. Salimos del barco y había un centro comercial gigante ya que todos estos puertos son tax free y muchas tiendas, sobre todo de joyas, tienen aquí delegaciones. Entre todas estas tiendas fuimos a información y ahí, decidimos coger la excursión ya que queríamos ver las tortugas y nos dijeron que sólo se podía ir en catamarán.


La excursión en catamarán fue chula, con musiquita y bebida gratis para animar a la gente. Llegan a un sitio, donde hay otros cuantos barcos más, y ahí con un poquito de comida se acercaron 3-4 tortugas, pequeñas y grandes y la verdad que fue muy entretenido estar rodeado por ellas durante un tiempo, además que se acercaban bastante. También vimos unos cuantos pececitos típicos y alguna que otra raya que andaba por ahí perdida. De ahí nos fuimos a ver el naufragio aunque esto fue un poco más decepcionante ya que el agua no estaba muy transparente y era bastante reciente (de los 60s), así que tampoco fue ninguna maravilla.

Tras la excursión, nos dejaron en su capital Bridgetown, por la que es bastante entretenido pasear, así que estuvimos dando una vuelta hasta que fue la hora de volver al barco.


Antigua.- Aunque su nombre se lo puso Colón, en memoria de una iglesia sevillana, Antigua fue posteriormente colonizada por los ingleses quienes le dieron total independencia en 1981. Durante muchos años y como en la mayoría del resto de Islas del Caribe, su economía se basó en las plantaciones de azúcar, y trajeron miles de esclavos de África para trabajar en ellas. Hoy en día, como consecuencia de esto, el 90% aprox.de los residentes de Antigua son de origen Africano. Su capital es St. John´s y viven en la isla aprox. 72 mil habitantes.

El desembarco en la isla es muy cómodo ya que nada más bajar del barco, comienza la capital y puedes ir andando a todos los sitios. Nosotros nos dirigimos a la estación de autobuses local y cogimos un colectivo, que son unas minivanes privadas que tienen la característica de que salen cuando se llenan y luego paran en cualquier sitio en el que se quiera bajar la gente que va en ella. Nosotros nos fuimos a una playa llamada Darkwood beach, que habíamos leído era muy bonita y estaba al lado de la carretera con lo cual tenía fácil acceso desde el colectivo. Después de bastantes paradas, pero habiéndonos gastado un dólar en vez de los 30 que nos hubiera costado el taxi, llegamos a nuestra playa donde pasamos toda la mañana. El color del agua era muy bonito y la temperatura perfecta así que ahí estuvimos jugando con las olas hasta que nuestros dedos arrugados nos indicaron que quizás era hora de ir saliendo.


Desde ahí cogimos el colectivo de vuelta y nos dimos un paseíto por la ciudad aunque como era bastante pequeña, en un ratito la tuvimos toda vista y nos volvimos de nuevo a nuestro barco, que ya lo echábamos de menos.


St. Thomas.- pertenece a las US Virgin Islands que se componen de unas 50 islas a unas 40 millas al este de Puerto Rico. Las más importantes son tres: St Thomas, St John y St. Croix, y al parecer las tres son muy distintas. En total tienen una población de unos 100 mil habitantes. Su capital es Charlotte Amalie, en St. Thomas. Curiosamente las Virgin Islands pertenecieron a España hasta que los ingleses vencieron a la Armada española en 1588. A partir de ahí St Thomas perteneció primero a los daneses y posteriormente a Estados Unidos que se la compró a estos en 1917 por 25 millones de dólares en oro y al cual pertenece en la actualidad. Sus ciudadanos tienen todos los mismos derechos que los norteamericanos salvo, por lo que nos dijeron, votar al presidente.

Esa mañana, antes de bajarnos, tuvimos que pasar por inmigración para que nos sellaran la entrada a USA y nos dieran un papelito como que habíamos pasado los controles y podíamos bajar.

Aquí, como nos había gustado la experiencia de Antigua, hicimos lo mismo, cogimos un colectivo en la salida del ferry que nos llevó a una playa que se llamaba Magens Bay que nos habían recomendado como muy bonita. La carretera para ir es muy escénica porque recorre las 3 millas que hay desde el crucero hasta la playa que se encuentra al norte, atravesando una montaña que divide a la isla, con lo que las vistas a las dos bahías son espectaculares.


La playa era cierto que era muy bonita sólo que sobraban los cientos y cientos de personas que en ella estaban y bastantes casas de las que habían construido en sus laderas. Nos imaginamos que sin gente y hace unos cuantos años habría sido el paraíso pero ahora con los 5 cruceros que llegan diarios a la isla debe ser difícil ver algún sitio sin mucha gente. De cualquier forma, a nosotros de las tres islas fue la que más nos gustó por ser toda muy verde, de agua turquesa y colinas moldeando el paisaje aunque lo dicho, con demasiada gente para lo pequeña que es.


Tras embarcar de nuevo, decíamos ya adiós a estas islas del Caribe que habían sido un descubrimiento para nosotros porque algunas no las habíamos oído casi ni nombrar ni teníamos antes muy claro donde estaban en el mapa, aunque para nuestro gusto faltaba algo del carácter latino que tienen las islas del Caribe que fueron españolas. Ahora nos quedaban dos días de navegación por delante y nuestro desembarque en el destino final del crucero, Fort Lauderdale.

sábado, 10 de abril de 2010

Crucerito de Brasil a Florida

Brasil ha sido un poco visto y no visto ya que lo hemos hecho en crucero parando sólo un día en cada sitio (a excepción de Rio donde estuvimos 3 días). La ventaja de ir en un barco es que es comodísimo y más aún en el que fuimos, ya que era como viajar en un hotel de cinco estrellas aunque, y por ponerle un “pero”, no te permite entrar tan en contacto con la cultura y la gente del país como cuando viajas por tierra).

Nosotros como en este viaje estábamos decididos a probarlo todo, vimos una oferta bastante interesante para el crucero y saltamos al vacío cogiendo una ruta que no teníamos planificada en un principio pero con un barco que prometía bastante (nos íbamos a dar un lujo detrás de otro durante 18 días, habitación preciosa con balcón, comidas 3 tenedores, varios jacuzzis y piscinas a elegir, espectáculos, cine bajo las estrellas… en fin que aquí estamos sufriendo un poco).


Para que no fuera todo tan perfecto y luego no fuera tan dura la vuelta a la realidad, hemos pillado los dos una conjuntivitis que nos ha durado más de una semana (ayyy si es que ya no estamos acostumbrados a tanto lujo)… pero en fin, sigue siendo bastante buena opción.

De la parte brasileira y con el crucero visitamos Santos, Salvador de Bahía, Recife y Fortaleza, de los cuales para nosotros sólo Salvador de Bahía y Fortaleza merecen la pena ser visitados.

1. Santos es una ciudad con un puerto descomunal, sino con el más con uno de los más grandes puertos de Suramérica. También es famosa porque en las filas del club de fútbol local jugó durante casi toda su vida profesional uno de los mejores jugadores de fútbol de todos los tiempos, el mítico Edson Arantes do Nascimento, también conocido como Pelé. Para visitar si acaso destacar su centro urbano de más o menos 1,5 km y que se puede hacer en tranvía o andando, recorriendo alguno de los lugares más emblemáticos como la Bolsa de Café.

2. Salvador de Bahía ya es otra cosa. Es una ciudad colonial preciosa, con muchísima historia y de las mejor conservadas en Brasil. Destaca cuando llegas y al lado de la zona del puerto, un mercado muy vivo, en la plaza Cayrú, abarrotado de turistas, con locales tocando instrumentos típicos como el Berimbao y realizando imposibles movimientos para los comunes mortales con su capoeira. Del mercado subes al centro histórico a la plaza Thomé de Souza, gracias a un ascensor (el elevador Lacerda) con forma de T de aproximadamente 72 mts de altura, llamativo cuando menos (funciona 24 horas de forma ininterrumpida) . Una vez arriba, ya te desplazas por el centro, que es por cierto desde 1985 Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO y puedes visitar alguna de las más de 150 iglesias con las que cuenta esta ciudad, como la Catedral del Salvador o la Iglesia – convento de San Francisco, aunque hay que advertir que algunas zonas son bastante empinadas, más aptas para alpinistas que para el turista normal.




3. Recife es en sí poco atractivo, si acaso destacando sus playas, aunque a unos pocos km tiene una ciudad muy interesante que se llama Olinda y que acabamos visitando. De Olinda decir que es otra ciudad de estilo colonial, también patrimonio de la UNESCO. En esta parada aprovechamos para ir a la playa con unos amiguetes que nos echamos en el barco y darnos un chapuzón, después del cual nos tomamos una caipirinha tan ricamente en la playa (aunque tuvimos que salir pitando porque nos empezó a caer una tromba de agua interesante).




4. Fortaleza, nos pilló con la conjuntivitis, con lo cual nos quedamos “sufriendo” en el barco aunque por lo que nos contó la gente que bajó, no mereció mucho la pena.

Aquí termina nuestra breve aventura por Brasil, tan breve que nos ha dejado sabor a poco, con lo que ya tenemos la mente en volver en un futuro no muy lejano para vivir más sus noches, sus playas, sus caipirinhas y su Samba!

sábado, 3 de abril de 2010

Rio de Janeiro

Río de Janeiro en sí, suena ya exótico, a una ciudad con playas, samba y carnavales, así que lo cierto es que teníamos muchas ganas de verlo. Le teníamos un pelín de respecto eso sí, ya que mucha gente nos había dicho que es una ciudad muy peligrosa y que hay muchos atracos a turistas, aunque parecía ser que con ciertas precauciones como no ir muy ostentosos, con relojes, joyas, cámaras buenas y llegado el caso darlo todo inmediatamente, no parecía que hubiera mayor problema. Por si las moscas, arreglamos el taxi desde el aeropuerto con el hostel donde estábamos (en principio también hay que tener mucho cuidado con los taxistas) y en el camino le hicimos miles de preguntas sobre dónde no se podía ir, a qué horas visitar ciertas zonas, precauciones…

El hostel estaba en la zona de la playa de Copacabana ya que nos habían aconsejado que esta zona e Ipanema eran las más seguras para quedarse. Lo cierto es que el hostel estaba bastante protegido con vallas altas, cámaras de seguridad y puerta cerrada que sólo abrían previa identificación (primera vez que veíamos un hostel con tanta seguridad, así que algo de peligro si debe haber).


La primera tarde la dedicamos a recorrer las playas de Cobacabana e Ipanema que están una después de otra, aunque no se puede ir directamente por la arena. Al ser un día entre semana y algo nublado, no había tanta gente como nos habían contado pero aún así había ambientillo. El agua no estaba muy limpia pero si calentita y con unas olas muy divertidas y bastante altas que se formaban justo a medio metro de la orilla ya que son aguas bastante profundas. Ambas tienen más de 3 km de playas, y tras la arena está una acera para pasear, la carretera y al otro lado edificios gigantescos. Lo que más llama la atención en estas playas es:1) la gente, el culto al cuerpo que tienen ya que cada dos pasos te encuentras a alguien haciendo ejercicio, corriendo e incluso hay mini gimnasios al aire libre que suelen estar bastante llenos. 2) El paisaje espectacular que se ve más allá de las playas, con montañas verdes y formaciones kársticas que salen imponentes entre los edificios, destacando una de las más populares, el Pan de Azúcar.


Al día siguiente estuvimos recorriendo los sitios más típicos de Rio. Empezando por el Parque Nacional de Tijuca, un gran bosque urbano que queda dentro de la ciudad (el más grande del mundo) y que es pulmón y vía de escape para los cariocas los fines de semana y donde hay vistas muy buenas de la ciudad. Esta zona estuvo un día toda cubierta de plantaciones de café y aún queda alguna de las casas donde vivían los dueños de estas plantaciones. Luego decidieron sacar todas las plantaciones de la ciudad y volvieron a replantar el bosque.

De aquí nos fuimos a la visita obligada de Río, el Corcovado o Cristo Redentor. Para nuestra sorpresa estaba en obras así que vimos algo bastante único, el Cristo cubierto de andamios. No vamos a negar que preferíamos verlo en su estado original pero tenía su punto ver lo pequeños e insignificantes que se veían los hombres que ahí estaban trabajando en comparación con el tamaño del Cristo. Ayuda un poco a poner en perspectiva lo grande que es. La idea de poner ahí dicha estatua surgió porque querían tener un símbolo que representara a su país en una de las grandes colinas de Rio (aunque no es la más alta), así que como la mayoría del país era católico decidieron que un Cristo les representaba muy bien y encargaron esta estatua que vino de distintas zonas por partes y que mide 30 m de alto y 28 m de ancho en la parte de las manos.



Desde aquí las vistas de Rio son impresionantes, para quedarte horas y horas mirando. Sus playas, sus montañas, la laguna interior detrás de Ipanema, el estadio de Maracaná y la rara mezcla entre edificios altos y nuevos con zonas de favelas. No hay duda de que Rio de Janeiro se encuentra en un paisaje privilegiado.

Aunque había tours para ver las favelas, no era algo que nos atraía mucho. Habíamos visto hacía poco una película bastante interesante sobre las mismas llamada Tropa de Élite y pensamos que no era un sitio muy seguro si llegado el momento hubiera una redada policial. De hecho preguntamos cuanto de verdad había y mucha gente nos dijo que aunque obviamente las películas siempre tienen su parte de “película” si estaba basada en una situación real. En cualquier caso, hoy por hoy hay favelas dominadas por la policía y otras dominadas por narcotraficantes, ni que decir tiene que los tours van a las de la policía. También hay favelas que llaman cinco estrellas en contraste con otras mucho más pobres y peligrosas. De todas formas es imposible ir a Río y no verlas aunque sea a corta distancia porque se encuentran por toda la ciudad, detrás de los barrios más ricos, entre medio de barrios de clase media y por todas las laderas de las montañas.

De Rio también visitamos otros dos de sus barrios, Santa Teresa y Lapa. Santa Teresa tiene casas coloniales y cierto aire bohemio para pasear por él. Lapa es la zona de marcha y bares por excelencia y tiene una zona que nos gustó mucho que se llama “La escalera de Selarón”, donde un artista (Selarón) ha reunido más de 2000 azulejos típicos de todo el mundo creando una zona muy llamativa y colorida. Por suerte estaba el artista ahí cuando llegamos así que pudimos hablar con él y conocerlo en persona.


A estas alturas, como no habíamos tenido ningún incidente íbamos con bastante menos miedo aunque eso sí sin bajar del todo la guardia. Cogimos un taxi y nos fuimos directos a embarcar en nuestro crucero. Teníamos unas ganas enormes de llegar a él y ver cómo era. Lo habíamos podido ver desde el Corcovado, pero tan lejos que era difícil hacerse una idea. Cuando por fin lo vimos, desde un atasco en el que estábamos, nos quedamos de piedra al ver lo grande que era. Para hacerse una idea, tiene 16 pisos y casi 500 m de largo, así que verlo de cerca desde la carretera, todo iluminado porque empezaba a hacerse de noche, impresionaba bastante. De hecho el taxista alucinó también, y nos dijo: ahí vais??? (quizás también fuera porque con nuestra mochila y nuestra ropa guerrera para no llamar mucho la atención en Rio no parecíamos los típicos clientes que van a un barco de este tipo).

Contentos con lo bonito que era y con las vacaciones que nos íbamos a pegar durante 18 días en este barco con todo lujo nos fuimos a nuestra habitación con una gran sensación de felicidad encima. Con este barco recorreríamos algunos de los puertos más importantes de Brasil y algunas islas del Caribe hasta llegar a su destino final, Florida.