miércoles, 24 de marzo de 2010

Iguazú, frontera entre Argentina, Brasil y Paraguay

Las famosas cataratas que forma el río Iguazú, una de las maravillas de la naturaleza, se encuentran entre Argentina y Brasil y se pueden ver desde ambos lados. En el lado Argentino está Puerto de Iguazú, una pequeña ciudad de casas bajas y sin mucha vida salvo por la zona que se encuentra al lado de la estación de autobuses y que por suerte es donde teníamos nuestro hostel. Al otro lado se encuentra Foz do Iguazu, una ciudad mucho mayor, de más de 300 mil habitantes, no muy bonita y algo más cara que la parte Argentina.

Aunque algo más alejado de las cataratas, Paraguay, con Ciudad del Este, también hace frontera en esta zona. Separada de Brasil y Argentina por el rio Paraná, aquí se encuentra una de las presas más grandes del mundo y la que más energía produce, la presa de Itaipu. Por lo que nos dijeron Ciudad del Este es bastante peligrosa y no merece mucho la pena ir sino es para ir de compras, cosa que si es bastante popular y que hasta se incluye en algunos tours.

Nosotros llegamos a Iguazú después de un largo viaje en autobús desde Buenos Aires, aunque como nuestro asiento se hacía totalmente cama, conseguimos dormir bastante.

Nuestra primera parada fue Puerto de Iguazú en Argentina para ver desde aquí las cataratas y un día después ir al lado brasileño para verlas desde ahí y coger el avión que nos llevaría a Rio (ambas ciudades tienen aeropuerto, depende si se vuela a Brasil o a Argentina se cogerá en una u otra para que sea un vuelo doméstico).



Para ver el lado argentino de las cataratas cogimos un autobús desde el centro, que por menos de un euro por persona recorría los 18 km que hay hasta la entrada del parque nacional de Iguazú. Una vez ahí, hay varios km de pasarelas para recorrer y que en medio de la jungla te van llevando a ver las distintas cascadas, hasta llegar muy cerca a algunas de ellas. Es un entorno espectacular y merece la pena recorrer todas las pasarelas ya que te ofrece distintas vistas a cual más bonita. Sólo nos faltaron las de la isla de San Martín, que está en medio del río y que se encontraban cerradas por inundaciones.

Empezamos con el recorrido superior, donde se ven ya las primeras vistas con cierta perspectiva y te llevan a la parte de arriba de algunas de las cascadas.


En el recorrido inferior se llega más cerca a algunas de ellas y se puede coger un barquito que te lleva debajo (literalmente) de dos de las cascadas para un buen remojón. Básicamente se sale totalmente empapado del paseo en barco (muy recomendable hacerlo en bañador si no se quiere estar mojado el resto del día). Cuando estás debajo de las cataratas es como si te tiraran 100 cubos de agua por encima, uno detrás de otro.

Para el final dejamos la mejor parte, la más impresionante, la garganta del diablo. Para llegar a ella, se coge un trenecito que te deja como a un km en el que cruzas por una pasarela el rio que prácticamente tiene todo ese km de ancho. Al llegar, el agua que cae por la catarata principal es increíble, impresiona muchísimo la fuerza con que cae, y la cantidad de litros por segundo. Por supuesto no se llega a ver el fondo, todo está cubierto por una nube de agua en suspensión que en cuanto sopla el viento hacia la pasarela te moja por completo. De ahí parte el resto de la garganta, unas catorce cascadas con litros y litros de agua precipitándose no se sabe cuántos metros porque no se ve el final.



El día se estaba poniendo cada vez más gris y cada vez más oscuro, así que para cuando llegamos a mitad de tarde al hotel empezó a caer una tormenta de las que hacen historia (menos mal que no nos pilló en medio de ese km que hay que recorrer para ir a la catarata…). Nos imaginamos, que al igual que pasa en España, cuando llueve tan fuerte de tormenta, en unos minutos para, pero aquí no es así, cuando empieza a llover, llueve durante mínimo uno o dos días sin parar y con una fuerza que te calas con impermeable o con paraguas, te da igual. Así que aunque no nos pillo en la catarata si que impidió que al día siguiente fuéramos a ver el lado brasileño que según dicen es más escénico, ya que aunque no se llega tan cerca de las cataratas ni se necesita tanto tiempo para recorrerlo, se ve una vista más panorámica y completa de todas las cataratas. En fin, que no lo sabemos porque con la lluvia nos quedamos sin poder verlo!

Para aprovechar el día, nos fuimos a ver la presa de Itaipu, que nos la habían recomendado y se podía ver sin mojarse demasiado ya que casi todo el tiempo es a cubierto. Cruzamos todo Foz do Iguazu ya que se encuentra en lado contrario a las cataratas y cogimos un tour especial que la enseñaban por dentro.

La presa es una de las maravillas de ingeniería de los tiempos modernos y si nos ponemos a ver números es increíble. Produce el 90% de toda la electricidad de Paraguay el 20% de Brasil (país que tiene casi 200 millones de habitantes). El embalse que forma, tendría agua para dar de beber más de 4 mil litros a todos y cada uno de los habitantes del mundo, tiene unos 140m de profundidad y más de 7km de largo. Del embalse, el agua cae por 10 turbinas que son las que producen toda esta electricidad y que a veces cierran alguna de ellas porque producen más energía de la que se necesita. Sólo cuando sobra agua, unas pocas veces al año se abren las compuertas, para que salga algo de agua, y por suerte coincidió con nuestra visita (alguna ventaja tenía que tener el diluvio universal que estaba cayendo). Nos pareció entender que el agua que sale cuando abren una de estas compuertas es varias veces mayor que el agua que cae por la garganta del diablo (una barbaridad)!



El tour es bastante interesante (aunque estábamos algo frustrados por no haber podido ir a ver otra vez las cataratas) y nos enseñaron todas las interioridades de la presa, incluso una de las famosas turbinas en funcionamiento. También nos contaron un poco sobre su construcción que empezó en los 70 y se completó hace un par de años con las dos últimas turbinas que se añadieron. Toda la presa es mitad Paraguaya y mitad Brasileña ya que el río pertenecía mitad a cada país. Así todos los trabajadores de todas las áreas son la mitad en número Paraguayos y la mitad Brasileños. Paraguay tendría suficiente con dos turbinas para toda la electricidad que consume, así que el resto de la vende a Brasil, lo cual también le ayuda a pagar su parte correspondiente en la construcción. Aunque la presa que están construyendo en China de las tres gargantas será más grande en potencial, la cantidad de energía producida seguirá siendo mayor aquí debido a la estacionalidad que hay en China y que no tiene el rio Paraná.

De Iguazú cogimos un avión para Rio de Janeiro donde nos embarcamos en un crucero de 18 días que nos llevará hasta Florida. Intentaremos seguir actualizando el blog, aunque posiblemente lo hagamos con menos frecuencia ya que el acceso a internet desde el barco es mucho más limitado.

martes, 16 de marzo de 2010

Buenos Aires, una ciudad a la europea

Buenos Aires es una ciudad que recuerda a las grandes capitales europeas. Tiene una mezcla entre Madrid y París, debido sobre todo a su mezcla de edificios antiguos y modernos, grandes avenidas, monumentos, cafés, restaurantes y en general, el carácter cosmopolita de los porteños (así se le llama al natural de Buenos Aires), que están todo el día en la calle.

Nos quedamos durante 3 días en casa de Gabriel, un chico que conocimos a través de couchsurfing, y la verdad que estuvo genial. Su apartamento estaba en el área de Belgrano, un barrio céntrico y en el que teníamos la parada de metro y de varios autobuses (colectivos) en la puerta de casa, con lo cual nos facilitó bastante nuestras excursiones.


Ya cuando llegamos el primer día sobre las 2 de la tarde, nos recibió Sandra, otra chica que estaba haciendo couch surfing en casa de Gabriel, y nos estuvo comentando un poquillo sobre Buenos Aires y las diferentes zonas que hay. Como Gabriel trabajaba hasta las 7 de la tarde, cuando llegó, nos fuimos todos primero a cenar a la zona de Recoleta y después a pasear a Puerto Madero, una de las zonas más nuevas de la ciudad, con oficinas, restaurantes, barcos y muy animada.


El siguiente día, decidimos irnos a patear la ciudad. Cogimos un metro desde el metro Olleros hasta Catedral, que es el epicentro de Buenos Aires. Aquí se encuentra la Plaza de Mayo y la Casa Rosada, además de la Catedral de Buenos Aires, donde yacen los restos del General San Martín. Desde aqui, fuimos al barrio de San Telmo, famoso por sus calles y plazoletas, entre ellas la Plaza Dorrego, donde había bastantes cafés y vendedores ambulantes, además de alguna que otra pareja de tango. El área recuerda ligeramente al barrio de Chueca, por sus calles y tiendas, aunque bastante menos animado (quizás por ser entre semana.



Volvimos a la plaza de Mayo y nos metimos en el metro (línea A) para coger uno de los pocos metros en el mundo que todavía conservan vagones de madera (en teoría de los originales de 1913 cuando se inauguró el metro), aunque hicimos un recorrido muy corto, no fuera que el trenecito se desmontara en el recorrido. Cuando salimos, andamos un poquillo por el centro, por la Florida (que es una calle abarrotada de gente por ser zona de compras) y las calles de alrededor (lo curioso es que los edificios más antiguos y con más solera, eran ocupados por bancos como el Santander o el BBVA).


Después nos fuimos andando por la Avenida Mayo, y atravesando la Avenida 9 de Julio, hasta el Congreso y de ahí por la Avenida Callao hasta el teatro Ateneo, un teatro que han reconvertido en tienda de libros con cafetería, posiblemente una de las librerías más bonitas del mundo, y donde después de estar andando todo el día, acabamos super relajados tomándonos un café con un buen libro durante más de 2 horas!


El segundo día salimos un poquillo tarde de casa (la noche anterior nos quedamos con Gabriel y Sandra viendo la película argentina “El Secreto de sus ojos”, muy buena por cierto) y nos fuimos primero a Recoleta a ver el cementerio, que es uno de los más importantes del mundo, concretamente el segundo por lo que nos dijeron. El cementerio es impresionante, y tiene algunas construcciones que asombran por su tamaño y detalle. Cogimos un tour gratuito y durante una hora estuvieron contándonos historias y explicándonos detalles de las personas que yacen aquí (casi el 80% de las personas más famosas de Argentina se encuentran aquí, excepciones son Perón o el General San Martín).


De Recoleta, nos fuimos al Centro a la Confitería Ideal, porque ese día queríamos dar una clase de Tango en uno de los cafés más antiguos de la ciudad. La clase de tango fue bastante interesante. La primera media hora te dedicas a andar más o menos en línea recta, pero con el cuerpo echado para adelante y los pies como deslizándolos. Luego nos enseñaron un par de pasos de baile, y aunque al principio era un verdadero suplicio por la cantidad de pisotones que nos dábamos el uno al otro, al final nos salían bastante seguidos los pasos y parecíamos casi hasta amateurs.

Ese día, nos vino Gabriel a buscar al Tango (por supuesto que se echó unas risas a nuestra costa) y nos fuimos los tres a Palermo a cenar – Sandra nos dejó ese día porque se iba a Uruguay. Palermo es una zona muy animada, con bares, discotecas y restaurantes, y suele estar siempre lleno de gente, aunque entre semana la mayoría son extranjeros.

El tercer día salíamos por la tarde a Iguazú, así que nos levantamos un poquillo temprano y nos fuimos al barrio de la Boca y a Caminito. La zona es muy curiosa, con parejas bailando en restaurantes, espectáculos de gauchos con sus poleas, edificios de múltiples colores y muñecos asomándose por balcones, dobles del “Diego” que te persiguen para que te hagas la foto de rigor con ellos … muy variopinto, la verdad, pero a no ser que te quedes a comer, te lo ventilas en una hora.



De ahí nos fuimos para el centro en colectivo y anduvimos un poquillo más por el centro y la zona de Tribunales; al final acabamos comiendo en el Teatro Ateneo, porque si habíamos estado tan bien hacía dos días pensamos: ¿Por qué no repetirlo?.

Respecto al tema de la seguridad, decir que nosotros en ningún momento nos hemos sentido en peligro aunque basta con practicar un poco de sentido común y no llevar pasaportes encima, grandes cantidades de dinero o hacer ostentataciones de cámaras de fotos, ropa o relojes (cosa que por suerte, nosotros no teníamos!).

Aunque estuvimos tres días, nos dejamos cosas para ver y además nuestro amigo Gabriel nos lo dejó claro: “Las puertas de mi casa no tienen para vos visagras, para que podáis entrar siempre que queráis”. Al final dejamos una gran ciudad y un muy buen amigo al que esperamos volver a ver.

sábado, 13 de marzo de 2010

El Chaltén, el pueblo más nuevo de Argentina

Como teníamos dos días más en Calafate teníamos la duda de si ir a Torres del Paine (en Chile) o a un pueblecito que nos había recomendado bastante gente en el camino que se llamaba El Chalten. Como la segunda opción era más fácil para hacerla en sólo dos días y se podían hacer trekkings de un día elegimos esta. Cogimos de nuevo el autobús para dirigirnos a este pueblo, que es uno de los de más reciente creación en Argentina (se originó en el 1985) y recorrimos los 220km que nos separaban, de nuevo por la estepa patagónica.

Al llegar al Chalten entendimos porqué le gustaba tanto a la gente. Cuando faltan sólo unos km se ve el pico llamado Fitz Roy o Chalten imponente al fondo del paisaje estepario y el contraste es impresionante. Aquí desde el Chalten, se pueden hacer varias excursiones de un día que parten desde el mismo pueblo. Nosotros llegamos a las 12 del mediodía y nos íbamos al día siguiente a las 6 de la tarde así que nos pusimos de inmediato en marcha porque las dos excursiones más típicas son al Fitz Roy de 25km que se hacen en unas 8 horas i/v ,y al Cerro Torre con 22km y se tardan unas 6 horas.

Decidimos hacer la más larga el primer día ya que hacía relativamente buen tiempo, cosa anormal aquí en Patagonia así que empezamos a caminar monte arriba lo más rápido posible. Las vistas del Fitz Roy, casi desde el principio son espectaculares y eso te anima a ir subiendo para llegar cuanto antes a la meta y disfrutar ahí de las vistas. El último tramo es el más duro ya que se sube una montaña con un desnivel de 750m y bastante expuesta al viento (aunque por suerte no había mucho. Utilizamos nuestra técnica Nepalí de subir muy despacito pero constante y tras una hora de subida estábamos arriba, contemplando unas vistas que te hacen olvidar todo lo que te ha costado subir y lo que tardarás en bajar.


El monte Fitz Roy con todo su esplendor y con La laguna de los tres, a su pies. Nos quedamos ahí embobados mirando como una hora y bueno también aprovechando a descansar ya que el tiempo era de lujo. Desde ahí a unos cinco minutos te puedes asomar a otro valle donde hay otra laguna turquesa y donde las vistas también son bien bonitas.



Para la bajada empezamos a andar a toda prisa por intentar llegar cuanto antes y para que no se nos hiciera de noche y acabamos bajando un trayecto de 4h en 2h y media (podéis imaginar cómo estábamos cuando llegamos y al día siguiente incluso). Como habíamos quedado para cenar con Raque y Maike (nos las volvimos a encontrar después de haber estado juntos en el Bolsón), hicimos un esfuerzo sobrenatural y conseguimos movernos porque estábamos que podíamos quedado durmiendo dos o tres días!

Al día siguiente, haciendo de tripas corazón y con un día bastante malillo decidimos emprender la otra excursión, la del Cerro Torre, en la que ves está otra montaña y en la que bajo ella hay otro lago y un glaciar. La excursión era más sencilla en cuanto que era algo más corta y tenía menos subidas pero con el cansancio acumulado y el viento que hacía se nos hizo todavía más dura.


Además el cerro estuvo todo el tiempo con nubes y no conseguimos ver la cima. Por suerte nos encontramos unos chicos de Zaragoza!! e hicimos el camino todo el tiempo hablando con ellos y así se hizo algo más ameno. Para cuando llegamos al pueblo empezó a llover y a incrementar el viento que casi nos tiraba al suelo, pero los locales nos dijeron que era una brisilla comparando a lo que estaban acostumbrados. Eso nos hizo entender un poquito lo duro que puede ser el clima en la Patagonia y porque prácticamente todo el paisaje es estepa y donde hay agua, árboles muy adaptados al viento y que aún así están la mitad en el suelo.

De aquí nos volvimos para El Calafate para al día siguiente tomar un avión que nos llevaría a Buenos Aires.

jueves, 11 de marzo de 2010

Patagonia argentina, el Calafate y Perito Moreno

Entendemos por qué la gente se hace tantos km para ver una sola cosa: el Perito Moreno. Nosotros concretamente bajamos 26 horas en autobús desde Bariloche con ese mismo objetivo y lo cierto es que merece la pena. Habíamos visto algún que otro glaciar en nuestros viajes (ver en Nueva Zelanda Fox Glacier y Franz Jpseph) pero éste es majestuoso, no en vano es de los más famosos, por su belleza, por su accesibilidad y por su constante movimiento por el cual caen continuamente trozos de hielo al lago Argentino.

El Calafate es un pueblo que está a unos 80km del glaciar Perito Moreno y que básicamente vive por y para el glaciar. Ha crecido enormemente en los últimos años, no siempre de la forma más organizada y aquí es donde se alojan prácticamente todos los turistas que vienen a ver el Parque Nacional de los Glaciares donde está el Perito y otros 80 glaciares más.

Este parque es la tercera reserva continental de agua dulce en el planeta después de la Antártida y Groenlandia y en sus cumbres, en las zonas de formación de los glaciares, nieva todos los días del año, alcanzando una precipitación de más de 8 mil mm anuales (lo más curioso de todo es que en Calafate, con lo cerca que está, llueve sólo un par de veces al año).


El Perito Moreno es el glaciar más famoso de todos, pero no el más grande ni mucho menos. Mientras el Perito tiene unos 4km de ancho y 60m de alto, el Spitzer tiene más de 120m de alto y el Upsala más de 6 km de largo. Estos glaciares se pueden visitar también en barco por el Lago Argentino (el Upsala sólo se puede ver de lejos porque un iceberg taponó la entrada al lago hace un tiempo).

Aunque el Perito Moreno no sea el más grande, los números no son nada despreciables: presenta una altura de 60m por encima del nivel del lago aunque por debajo alcanza los 120m, y de largo mide más de 30km. Su superficie total es mayor que la ciudad de Buenos Aires.

Lo peculiar también es que es un glaciar que crece año a año y al cabo de un tiempo llega a tocar la tierra que está al otro lado del lago. Cuando esto ocurre, se forma una especie de puente entre el glaciar y la tierra, y visualmente el lago queda dividido en dos; el agua a ambos lados empieza a ejercer presión sobre el puente de hielo, lo cual provoca que en un determinado momento este brazo se rompa, quedando un bloque gigantesco de hielo en el lago y el glaciar con un tamaño menor (este ciclo de crecimiento y ruptura que se repite continuamente hacen que el glaciar esté “en equilibrio”). Ni que decir tiene que éste espectáculo de la ruptura pocos afortunados lo han visto y la última vez que ocurrió y que fue de noche (allá por 2008), se oyó el estruendo hasta en el Calafate.

Por encima de todo lo anterior y todas sus dimensiones, está lo impresionante que es. Podrías estar todo un día mirándolo y no aburrirte, con los bloques de hielo cayendo al lago, con su color azul, con los cambios que tiene según la luz, con lo grande que es y en definitiva con lo cerca que puedes ver todo esto.

Nosotros, ya que habíamos venido hasta aquí sólo para verlo, decidimos verlo de todas las formas posibles. Desde las pasarelas, desde un barco que te acerca hasta una de las caras y paseando sobre él. Esto último altamente recomendable ya que es impresionante ir caminando sobre él y ver únicamente montañas y montañas de hielo azul. También se podían observar grietas y sumideros en los que el color azul se intensificaba y en los que había agua que podías beber directamente (en teoría una de las más puras).



Al finalizar y como sorpresa nos habían preparado unos vasos con whisky con hielo cogido directamente del glaciar y unos alfajores, tan típicos aquí en Argentina.

martes, 9 de marzo de 2010

De Bariloche y la región de los lagos hasta el Bolsón

Qué gran descubrimiento que fue Bariloche y sus alrededores y el poco tiempo que pudimos quedarnos. Visto lo complicado que era ir a Patagonia desde Chile y que aún lo iba a ser más tras el terremoto, decidimos cruzar la frontera e ir hacia Argentina. Bariloche no estaba demasiado lejos de Puerto Varas, como a unas 6 horas en autobús, pero si descontamos paradas y tiempo de espera en las aduanas, posiblemente en coche se pueda llegar en 4 horas.

Se puede cruzar de dos formas, una a través de lagos (cogiendo varios barcos y autobuses) y otra volviendo a Osorno y de ahí atravesando la cordillera de los Andes por carretera. Como la segunda opción era más rápida y más barata, no tuvimos dudas en cual elegir.


El camino en si ya merece la pena ya que se cruza por medio de los Andes y una vez estás en Argentina se pasa por Villa Angostura, un pueblo precioso, y por algunos de los lagos de la región con las montañas nevadas de los Andes de fondo que le dan un toque espectacular. Nosotros sólo pasamos con el autobus pero de Villa Angostura a San Martin de los Andes va la ruta de los 7 lagos, una ruta de 110km, que se puede haer andando y que por lo que nos han contado es una maravilla.

Una vez en Bariloche tuvimos una suerte increíble con el tiempo ya que hacía unos 30 grados y la gente estaba tomando el sol y bañándose en el lago Nauel Huapi. El ambiente es el de un pueblo de montaña en verano, con mucho ambiente, mucha gente joven, y hasta grupos de música locales tocando en la plaza. El pueblo es muy famoso también por los chocolates, así que en la calle principal además de muchas tiendas de ropa de montaña, había cada dos pasos una chocolatería. Ante tanta presión por comer chocolate, decidimos probarlo en una de las más famosas según la Lonely Planet, pero hay que decir que nos decepcionaron un pelín y pensamos que los que hay en Europa no tienen nada que envidiarles.



Bariloche y los alrededores serían lo más parecido a una “Suiza”, con casitas de madera, lagos, montañitas y mucho verde. La ciudad recibe turismo todo el año, en invierno por las pistas de esquí y en verano por los paseos que pueden hacerse a los lagos. Nosotros alquilamos una bici y nos hicimos una ruta muy famosa que se llama “circuito chico” (que hombre, a nosotros con 30km que recorrimos nos pareció ya un señor circuito) y que tiene durante todo el camino unas vistas muy bonitas.



La vista más bonita la obtuvimos desde el Cerro Campanario, antes de coger las bicis, y a donde se accede con un telesilla. La revista National Geographic la había considerado como una de las más bonitas del mundo y les tenemos que dar la razón. Es muy difícil mostrarlo en fotos ya que es una vista 360 grados de lagos y montañas, que quitan el hipo!!!



De Bariloche fuimos a un pueblo llamado El Bolsón que está a 150km al sur y que pilla de camino para ir hacia El Calafate. Nuestra intención era llegar pronto por la mañana y hacernos un trekking de 5-6 horas, pero nos salió un poco frustrado ya que los conductores de autobús decidieron ponerse en huelga justo cuando iba a salir el bus y en vez de llegar a las 11 y media como teníamos previsto llegamos a las 3 de la tarde (los gremios o sindicatos, está muy instaurados y tienen mucha fuerza en Argentina). Eso sí, estuvimos hablando con los sindicatos, la policía y con todos los del autobús así que aun pasamos una mañana entretenida y nos hicimos amigos de Maike y Raquel, dos chicas de Alemania y Portugal respectivamente, que estaban viajando por Argentina y con las que pasamos el resto del día.

Ya en el Bolsón aprovechamos a ver una Feria Artesanal que hay varios días a la semana y después como todavía estábamos con fuerzas y habíamos venido para hacer trekking, nos fuimos los cuatro a hacer una ruta cortita cercana al pueblo y que llevaba a un mirador, “el mirador el indio”. Una vez ahí, nos dijeron que había una cascada como a una hora (el nombre le venía al pelo, "cascada escondida") y como todavía nos quedaba tiempo decidimos ir a verla.



Una vez en la cascada, el sol se empezaba a poner así que como todavía teníamos unos 8km hasta el pueblo nos dijeron por donde había un atajo así que aunque era por el bosque, algo tarde y no estaba muy bien marcado, decidimos arriesgarnos y no hacer tantos km. Como era lógico, nos perdimos y después de mucho andar y dar muchas vueltas llegamos al albergue casi a las 10 de la noche (desde las 4 que habíamos salido y sin parar de andar un momento). Lo pasamos bien porque nos reímos mucho los 4 pero el trekking en si no valía nada de nada!

Del Bolsón (lo mismo que desde Bariloche)nos pusimos rumbo al Calafate; aquí hay tres opciones:
1. Avión (salía bastante caro, con lo cual descartado)
2. Autobús por la carretera 40
3. Autobús por la ruta 3

La ruta 40 es una carretera que al parecer es bastante conocida por ser bastante remota y solitaria (hay pegatinas, camisetas… y todo tipo de merchandising con una bandera de la ruta). Se trata de más de 1500km, la mayoría sin pavimentar y prácticamente todo por estepa, donde apenas se ve nada más en todos estos km. De vez en cuando hay algún pueblo pero que al parecer son 3-4 casas cercanas y nada más. Es la más corta entre Bariloche y Calafate ya que los une en una línea más o menos recta pero en autobús se tarda unas 40horas, debido a que no está pavimentada.

La otra opción, la ruta 3, es rodear todo el país e ir hasta la costa para luego volver otra vez al interior. Curiosamente en esta se tarda “sólo” 26 horas y hay autobuses cama para ir (cosa que en la 40 no).

Después de mucho pensarlo nos decidimos por la ruta 3 y aunque durante 26 horas sólo vimos estepa salpicada con algún laguito, tenía su encanto y el autobús era comodísimo. Nuestras amigas Raquel y Maike tomaron la 40 y cuando luego nos las encontramos de nuevo en El Chaltén, nos juraron y perjuraron que no la volvían a hacer más en la vida!!


sábado, 6 de marzo de 2010

Viajando un poquito por Chile

Desde Isla de Pascua volamos hasta Santiago de Chile, que suponía nuestra entrada al continente americano. En Santiago estuvimos dos días en casa de unos amigos, Maria Paz y Christophe, con los cuales pudimos visitar algunas partes de la capital y alrededores.


El primer día fuimos a la zona de Bellavista, un barrio con aire bohemio, que cuenta con bares, restaurantes y locales de artesanía local, todos ellos abarrotados de gente y que disfrutaban en las terracitas del caluroso fin de semana en el que estábamos. Ya aquí probamos algunos de los platos típicos chilenos como el Bife o el Churrasco (carnes), acompañados con una jarra de cerveza local. En Chile, antes de servirte la comida, es muy típico que te pongan lo que se conoce como Pebre (tomate, cebolla y picante, para untar con el pan); muy cerca de ahí, cogimos un teleférico que nos subió al Cerro de San Cristobal, donde se tienen vistas de todo Santiago.




El segundo día, nos fuimos a las afueras, a una reserva conocida como el Santuario de la Naturaleza, donde se juntan muchas familias en fin de semana y montan picnics. Además, como es una zona montañosa, aprovechamos para hacer un trekking por el área, que estaba llena de cactus salvajes. El único “pero” a ese día es que se nos perdieron unas gafas de sol al estar nadando en un río con corriente bastante fuerte.

Desde Santiago partimos a Viñas del Mar, donde nos esperaban Alfredo y Araceli, familiares nuestros y que hacía años nos habían visitado en Zaragoza. Teníamos una gran emoción por conocerlos a ellos y a sus hijos (habíamos conocido a Alfredo en Isla de Pascua), ya que hasta entonces sólo nos habíamos comunicado por email. Cuando vimos a Araceli y a Julio (su yerno) en la estación y salieron a recibirnos, fue como si nos conociéramos de toda la vida!. Ya en su casa, pudimos conocer como a 13 sobrinos nuestros (suena como si fueran un montón, pero lo gracioso es que aún nos faltaron como unos 20 por conocer!)


Durante el tiempo que estuvimos con ellos, además de estar como en casa, pudimos visitar Valparaiso y Viñas, dos ciudades que están pegadas la una a la otra y son retiro vacacional para los habitantes de Santiago. En especial para noche vieja donde los fuegos artificiales son legendarios y en verano por sus playas.

Viñas nos pareció la típica ciudad veraniega, muy animada y con muchísimas actividades en la playa. Además coincidió con el festival de música de Viñas, muy famoso en Chile y donde hay numerosos conciertos durante una semana. Como curiosidad, aquí es donde se dio a conocer Julio Iglesias en Sudamérica.

Valparaíso fue una ciudad muy importante antes de que se hiciera el Canal de Panama, ya que era parada obligada de todos los barcos que transitaban la zona. Tras la construcción del canal y el terremoto del 60 que destrozó gran parte de los edificios, cayó un poco en decadencia y sólo recientemente cuando se han dado cuanta del potencial turístico que tenían, han empezado a restaurarlas en su forma original devolviendo el glamour que una vez tuvieron.


María Soledad (una de las hijas de Araceli y Alfredo) y su marido Julio, se ofrecieron a enseñarnos Valparaíso más en detalle, así que junto con ellos, visitamos los Cerros de Concepción y Alegre, dos de los cerros que más turísticos y que más se han restaurado. Están los dos juntos y desde ellos se observan unas vistas privilegiadas de todo el puerto pero sobre todo destacan las del resto de los cerros ya que están totalmente cubiertos de casas de distintos colores prácticamente una encima de la otra. Las calles son tremendamente empinadas (de hecho son típicos los ascensores para subirlas) y pasear por ellas es una delicia ya que constantemente tienes vistas al mar y a los otros cerros. Las casas tienen todas colores distintos y se han restaurado como eran originalmente, con paneles de hojalata cubriendo las fachadas. Concretamente en estos dos cerros han abierto numerosos restaurantes y alojamientos , lo que ha hecho que esta zona tenga mucha vida sobre todo en los meses de verano y fines de semana.




De ahí nos fuimos a ver una de las casas de Pablo Neruda(escritor y político chileno), llamada La Sebastiana y que se encuentra en otro de los cerros. La visita es muy interesante sobre todo porque Pablo Neruda era un gran coleccionista y en esta casa se pueden ver todo tipo de objetos curiosos que le gustaba coleccionar. Por otra parte, no nos extraña nada que aquí se inspirara para escribir sus obras ya que las vistas desde los distintos pisos son más que impresionantes.

Aunque nos hubiéramos quedado días y días con nuestros familiares - todavía nos acordamos de esas tardes maravillosas con gran parte de la familia tomando las once (como llaman en Chile a la merienda) o el Pisco Sour (bebida típica chilena por excelencia) con el aperitivo antes de la cena -continuamos nuestro camino hacia el Sur, hasta Puerto Mont y Puerto Varas. Estas ciudades están en la Región de los grandes lagos y es lugar de veraneo de muchos chilenos, además que desde Pto Mont salen barcos y cruceros hacia algunos de los puntos más recónditos del país como Chiloé o la grandiosa Laguna de San Rafael.

Desde Pto Varas, visitamos el pueblo de Frutillar, donde se tienen unas vistas chulísimas del volcán Osorno, y la zona del lago de Todos los Santos. En este último dimos un paseo en barca con maravillosas vistas a los volcanes Osorno y Puntiagudo destacando sobre el lago color turquesa y los Saltos de Petrohué (una zona de cascadas creadas por los canales de lava en el río).




Nuestra intención era seguir bajando hacia el Sur, hacia la Patagonia Chilena, pero a partir de aquí las comunicaciones son bastante escasas, dejándonos como opciones un ferry a el Chaiten, un pueblo asolado por un volcán en los dos últimos años y a partir del cual no se sabe si hay autobuses o no, un barco que baja hacia Punta Arenas costosísimo que sale una o dos veces a la semana.

Con esas opciones tan prometedoras y por mucho que nos pesara porque debe ser una zona espectacular decidimos cruzar hacia Argentina y bajar por este país, aunque supusiera una vuelta bastante larga. Lo bueno es que conocimos una zona que nos encantó y que dejamos para el próximo capítulo… Bariloche y alrededores.