Ha pasado mucho tiempo desde nuestra última entrada y aunque siempre que volvíamos de alguna escapada lo hacíamos con ganas de contarlo aquí, al final con las prisas del día a día, no sacábamos tiempo para contarlo.
En estos cuatro años hemos tenido la gran suerte y felicidad de traer al mundo una niña y un niño preciosos. Ellos ocupan todo nuestro tiempo cuando no estamos trabajando y los llevamos de viaje con nosotros siempre que podemos, salvo en esta escapada a Nueva York en la que decidimos darnos el capricho, coger a unos niñeros de excepción (los abuelos) y visitar Nueva York los dos solos durante 5 días. Y así fue la experiencia....
Volamos con Iberia, en un vuelo directo a las 12:10 del
mediodía. Habíamos reservado los asientos en las filas del principio, ya que
así podríamos salir de los primeros y ahorrarnos bastante tiempo de espera en la cola de
inmigración. 7h y media después y sin apenas dormir, divisamos ya los famosos
edificios de Nueva York en la distancia. Hacía muy buen día, con alguna nube pero muy buena temperatura (unos 10ºC). Pasamos los dos juntos la zona de
inmigración y dejamos todas las huellas
de nuestros dedos más la correspondiente foto. Eso sí, el oficial en cuestión
nos miraba un poco raro al ver tantos sellos en nuestro pasaporte y cuando veía
algún visado raro lo inspeccionaba con atención, pero bueno, después de
preguntarnos en qué trabajábamos parece que no le descuadró mucho y buscó un
huequecito para ponernos el esperado sello de entrada en EEUU.
Las maletas ya estaban listas cuando salimos así que nos
fuimos directos a coger un taxi. Hoy en día tienen tarifas fijas para el centro
de Manhattan que son incluyendo propina del 20% unos 52€ dependiendo del tipo
de cambio del momento. El taxista nos condujo a través de Queens ya que era la zona con
menos tráfico y tras cruzar el Queens Midtown Tunnel, bajo el rio, por fin llegamos a la
esperada Manhattan. La verdad es que la primera vez que entras en contacto con los
edificios tan altos impresiona bastante.
Tras una hora de taxi, llegamos a nuestro hotel, el
Crown Plaza en la 49 con Broadway, justo en Times Square. El sitio la verdad
que aunque con mucho lío de gente estaba muy bien situado para ir andando en
todas direcciones. El hotel nos gustó mucho y sobre todo porque conseguimos una
super oferta gracias a un amigo de Lulo y teníamos una “corner room” , es decir, en esquina con ventanas en dos paredes en el piso 46 y con vistas
a Times Square. La verdad es que fue una muy grata sorpresa. Muchas gracias Roge!
Sobre las 17:00 hora local ya estábamos en la calle tomando
un primer contacto con la gran manzana. Vimos el Rockefeller center con la
pista de patinaje (en la cual quería patinar y ya os adelanto que al final no
lo conseguí) y el árbol de navidad pero todavía sin sus famosas luces.
Bajamos por la quinta avenida hasta Central Park, los
edificios estaban ya adornados de navidad y algunos escaparates eran
verdaderas obras de arte. Llegamos hasta la tienda de Apple (que siempre vimos
llena y con colas, como si ahí regalaran sus productos) y la juguetería FAO
donde compramos alguna cosilla para los peques. Luego subimos hasta la 42 (una
de mis calles preferidas) y nos encontramos con Bryant Park, que estaba precioso,
con puestos navideños, pista de patinaje y con una terraza para tomar un
cafetito, muy apetecible aunque fuera ya de noche y el termómetro no marcara
muchos grados.
Después cenamos en un Fridays de la quinta (para no
arriesgar mucho el primer día) y volvimos a Times Square. Para entonces, ya
estábamos tan cansados que nos fuimos derechitos al hotel. Al día siguiente
viernes teníamos mucho por recorrer ya que habíamos planificado la zona
más al sur de la isla, el distrito financiero y alrededores.
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