domingo, 28 de febrero de 2010

Terremoto en Chile, así lo vivimos

Desde que aterrizamos en Santiago de Chile, varias personas nos habían hablado, casi en plan profecía, de un terremoto que estaban esperando y la tonadilla general era: “dicen que en Chile hay un terremoto fuerte cada 20-25 años y ya han pasado esos años…”. Anterior a éste, los últimos terremotos registrados en Chile fueron en el 85 y en el 60, éste último uno de los más fuertes registrados en el mundo. Más aún, nuestra amiga María Paz con la que estuvimos en Santiago en su casa hace ya unos días, nos dijo que tenía un presentimiento, de que iba a pasar algo. Coincidencias o no, el caso es que esta madrugada a las 3.34 ocurrió el fatídico acontecimiento.

Afortunadamente para nosotros, la localidad donde nos encontrábamos (Puerto Varas) se hallaba a unos 600km del epicentro y el terremoto se sintió muy débilmente; aunque dicen que ha sido de grado 6 por la zona, no ha habido ningún daño personal o material. ¿Qué se siente? Nosotros nos despertamos notando que la cama se movía de un lado a otro, en un vaivén como una cuna (o como la cama del exorcista, depende cómo se mire). Tardamos unos segundos en despertarnos ya que estábamos agotados porque la noche anterior habíamos viajado en autobús, y unos segundos más en darnos cuenta de qué estaba pasando. Cuando nos quisimos dar cuenta, por suerte había parado aunque el temblor debió durar más de 1 minuto. El pueblo había quedado completamente sin luz y los perros ladraban sin parar. También los pájaros se oían bastante fuerte.

Puerto Varas es una localidad bastante turística, pero conserva las características de un pueblo pequeño al cual puedes ir andando a todos los sitios pero la zona donde nos alojamos apenas hay casas, con lo cual tras el terremoto no se oía nada en el exterior. La gente del hostal seguía en sus habitaciones salvo otro huésped que como nosotros se preguntaba qué había pasado. Como no sabíamos muy bien qué debíamos hacer y la gente del hostal parecía no salir de sus habitaciones, pensamos que podía ser algo normal ya que habíamos leído que Chile es muy activo sísmicamente así que volvimos a la cama pero con el miedo en el cuerpo a que volviera a haber más. Antes de conseguir volver a retomar el sueño, y tras una media hora del primer movimiento, notamos un segundo temblor. Esta vez muy breve, mucho más suave y los animales ya no se oían como antes (los movimientos posteriores al principal se llaman réplicas).

Salimos otra vez al pasillo y allí nos encontramos con una chica local que trabaja aquí, bastante preocupada, diciendo que no era normal que hubiera dos seguidos y que empezaba a ser un poco rara la situación, que no la había vivido antes. Igualmente, nadie más parecía haberlo notado en el hostal así que de nuevo nos fuimos a la cama y caímos dormidos.

Cuando nos hemos despertado esta mañana, hemos bajado rápidamente al salón de la casa para ver si se sabía algo y qué había sido lo de la noche anterior. Lo primero que nos hemos dado cuenta es que no había luz, agua y por supuesto tampoco internet, teléfono o comunicación alguna con el exterior. Nos hemos sentado a desayunar con otros huéspedes y todos lo habían notado, unos más qué otros; la gente de Chile que estaba y que había vivido el terremoto del 85, habían sido los más rápidos en prepararse, y al primer temblor estaban listos y fuera de la habitación (algunos nos contaban que siempre se acuestan preparados, con una linterna y la ropa al lado de la cama).

Otros de sueño mucho más profundo, habían notado algo pero al levantarse pensaban que lo habían soñado. Había un hombre que había vivido varios temblores y decía que este le había parecido muy fuerte y estaba seguro que había sido un terremoto. También le parecía extraño que la luz no hubiera vuelto a esas horas ya que cuando la cortan por un temblor la restablecen a primera hora de la mañana.

En este momento, no teníamos ni idea de la gravedad de lo que había pasado, pero maravillas de la globalización y como luego supimos, nuestros padres ya hacía 4 horas que nos habían enviado un email, preocupados por las noticias que habían llegado a España. De hecho cuando preguntamos a gente local dónde había sido más fuerte, teníamos información muy difusa, porque unos decían que se había producido el terremoto en Valparaíso, otros que en Concepción, otros que en zonas como Temuco o Chillán….

La situación en Puerto Varas por la mañana era de una tensa tranquilidad. El pueblo no tenía daño alguno, pero mucha gente no había dormido por el susto y la incertidumbre sobre lo que podía pasar; lo peor para muchos, es que tienen familiares en la capital y en la zona de Concepción o Valparaíso (donde según los rumores parecía que había sido más fuerte) y no se podían comunicar con ellos. La preocupación se veía en muchos rostros pero las líneas estaban colapsadas y sólo de tanto en tanto alguien se conseguía comunicar con la familia y ya podía por fin tranquilizarse. Las gasolineras también nos llamó la atención que estaban colapsadas, con colas de coches infinitas ya que por lo que nos contaron, no se aseguraba el suministro mucho tiempo, por venir este del norte. Por lo demás la ciudad funcionaba normalmente, hasta cierto punto, ignorante de la tragedia que se había vivido unos cientos de km al norte.

Por la tarde ya ha vuelto la luz, los teléfonos, internet, la radio y todos empezamos a ser conscientes de la magnitud del terremoto y de la catástrofe que ha asolado algunas las ciudades del centro del país. Por lo que hemos podido ver en las noticias, además de las numerosas víctimas y las cuantiosas pérdidas materiales producidas, el terremoto de 8,6 en la escala Ritcher y como 50 veces más intenso que el que asoló Haiti, ha generado también un tsunami que se ha propagado por el Pacífico y que se espera que llegue hasta países asiáticos en breve.

Hasta aquí, todo lo acontecido en el día 1 después del terremoto. Queríamos contar aquí en primera persona cómo hemos vivido el terremoto, por suerte desde cierta distancia. Ahora nos vamos a dormir de nuevo con algo de miedo por las temidas réplicas que dicen pueden continuar y esperando que haya sido sólo un susto y no se vuelva a repetir.

jueves, 25 de febrero de 2010

Los Moais de la Isla de Pascua

Desde que por primera vez vimos fotos de los Moais de la Isla de Pascua en libros de texto, teníamos el gusanillo de saber cómo sería esta isla tan enigmática. Con el tiempo, empezamos también a saber de teorías sobre una civilización desaparecida por el hecho de acabar con todos los árboles de la isla y no poder sobrevivir sin los mismos y nos aumentó la curiosidad.

Llegamos a esta Isla perdida en el Pacífico, con el miedo de que cuatro días fueran muchos para un terreno tan pequeño, (164 km cuadrados) pero nada más lejos de la realidad. La Isla de Pascua (también llamada Rapa Nui) tiene historias, costumbres, naturaleza y aventura para aburrir así que al final y paradójicamente, nos quedaron bastantes cosas por hacer por falta de tiempo!



Lo que más fascina de todo lo que rodea a los Moais es la escasa información que hay sobre los mismos. Tras continuas guerras internas y posteriores visitas de europeos, allá por el siglo XIX quedaron muy poquitos habitantes (un centenar aproximadamente) y de estos, se llevaron como esclavos a los hombres sabios, que eran quienes tenían el conocimiento de la escritura y quienes conservaban el saber de todas estas tradiciones, sin tiempo para transmitirlo a las siguientes generaciones. Esto hizo que se perdiera el conocimiento sobre esta parte que llaman aquí prehistoria, salvo alguna teoría que todavía circula de boca en boca entre los habitantes más longevos y que contribuye a aumentar la cantidad de teorías que existen.



De lo que nos contaron los guías y de lo que leímos en el museo, sacamos más o menos en claro lo siguiente:

• Los pobladores de la Isla de Pascua llegaron a partir del s.V (d.c) , al parecer de más de una zona del Pacífico aunque no está muy claro.

• La época de producción de los Moais va entre los siglos VIII y XVI y para ellos representaban a los familiares que habían muerto y que de esta manera les protegían.

• Los Moais se hacían con la cara similar al difunto y sólo la clase alta (denominada de orejas largas) podía tener un Moai. La plataforma donde se erigían era sagrada y así lo era también los alrededores donde se enterraban las cenizas del resto de la misma familia o tribu.

• En total se han encontrado cerca de 900 Moais, aunque se llegaron a erigir sólo unos 300, el resto quedaron en la cantera o por el camino. En general se encontraban al borde del mar pero mirando hacia dentro de la Isla, ya que era la forma de proteger a su tribu y de que la tribu los pudiera admirar. Por lo que se cree, era un pueblo que pensaba que vivía sólo en el mundo, con lo cual no tenían que defender la parte del mar porque no esperaban a nadie más.



• Dentro de los Moais hay muchas excepciones a lo que se hacía normalmente, así que por ejemplo, aunque siempre miraban hacia el interior, hay unos que miran hacia el mar, se dice que mirando al sitio hacia donde llegaron los primeros pobladores a la Isla. También son todo hombres salvo unos poquitos que se han encontrado con cuerpo de mujer pero con un material distinto para diferenciarlas. Todos están en posición erguida menos uno cerca de la cantera que está arrodillado y tiene la cara algo distinta y como con barbita (se dice que fue el maestro constructor al que tras morir los artesanos le hicieron uno mirando al volcán para que los protegiera y ayudara).



• Los Moais se tallaban en uno de los tres volcanes de la Isla, el Ranu Raraku, ya que la piedra de ese volcán era relativamente blanda y fácil de tallar (de hecho, el 95% salieron de aquí) y de ahí se transportaban al resto de la Isla (a veces más de 20 km, lo cual les llevaba más de un año). Los utensilios con que los tallaban eran bastante primitivos (no en vano estaban en una era megalítica todavía) y era simplemente una piedra de sílice dura a la que más adelante añadían un mango de madera. A pesar de la tecnología tan simple, si que tenían que pensar mucho para ver cómo moverlos de la ladera del volcán, así que al parecer les hacían una especie de quilla, que luego cortaban y el Moai deslizaba por la colina hacia abajo, para llegar a un foso donde caían y ahí, de pie, tallaban la parte de atrás y lo preparaban para el transporte a su lugar final.





Curiosamente los tallaban sin el hueco de los ojos y estos se hacían cuando se erigían, ya que se decía que cobraban vida (los que quedan en la cantera no lo tienen). El ojo se completaba con coral blanco y piedra volcánica roja o negra (sólo lo han conservado en uno en toda la Isla). Además, una vez el su destino, se les añadía también el pukao, una especie de sombrero de piedra más rojiza que representaba la forma en la que ellos llevaban su pelo largo.



Una de las cosas que más ha intrigado siempre a los historiadores es cómo los pudieron mover y una cuestión que queda inherente, ¿utilizaron troncos de árboles que llevaron a la deforestación y consecuentemente al declive de la civilización? En el museo exponen al menos 6 teorías de cómo podrían haberlo hecho. Varias de ellas implicarían troncos de árboles, bien haciendo como de balsa que va deslizando, bien usándolos como rieles sobre los que van otros troncos o en distintas formas. También hay otra teoría bien curiosa que parte de alguna tradición oral en la que dicen que andaban, así que se cree que podrían haber inclinado una parte y luego la otra, haciendo el efecto cómo si anduvieran.

Fuera de una forma u de otra, lo cierto es que se convirtió en cierta obsesión (dado el gran número de Moais y de todos los que quedaron sin terminar en la cantera) y requería una cantidad de esfuerzo muy grande por parte de la población. Una población demasiado grande para el tamaño de la isla, junto con la cantidad de energía que requería la producción de los Moais, más posiblemente un descenso en la vegetación y árboles de la isla, provocaron intensas guerras de poder por los recursos. Cuando una tribu ganaba y se apoderaba de una zona, tiraba al suelo los Moais de la anterior ya que estos representaban a los guerreros que les protegían y obviamente no podían tener a los antepasados de sus enemigos observándoles. Esto llevó a que cuando llegaron los europeos estaban todos en el suelo y gracias a un trabajo de restauración importante hoy en día hay muchos levantados y se pueden observar cómo fueron en su época de esplendor.



Teorías y leyendas aparte, observar estos Moais es algo impresionante. Es una belleza para la vista y algunos de ellos se encuentran en parajes increíbles. Además el hecho de estar rodeaos de este misterio y de que sea algo que no se ve en ninguna otra parte del mundo, lo hace tan único y espectacular que a nosotros por lo menos nos ha dejado fascinados.

sábado, 20 de febrero de 2010

Bora Bora, un paraíso no apto para todos los bolsillos

Bora Bora es quizás la isla más conocida de todo el archipiélago polinésico, principalmente porque es lugar de destino de muchas lunas de miel y en donde están algunos de los hoteles más lujosos del mundo (quién no ha soñado alguna vez con una cabaña encima del mar y con una bañera tipo jacuzzi en el exterior mirando al horizonte … no se negará que por lo menos, suena bastante bien).



El punto más fuerte de Bora Bora es su fantástica laguna de un color azul – turquesa, que a uno le da la sensación de estar en una gigantesca bañera, que cuenta con una fauna marina en la que uno se encuentra nadando con mantas, tiburones, tortugas y peces típicos de zonas de corales.



Pero este paraíso tiene un pequeño problema y es que no es apto para todos los bolsillos. Para nosotros al menos, que hemos ido con el presupuesto ajustado, nos hemos encontrado que todo aquí es prohibitivo, incluyendo el alojamiento, la comida y cualquier excursión que se quiera hacer. Si bien esto es factor común en toda la Polinesia, en Bora Bora es todavía más acentuado.

Nuestro hotel, aunque no era el palacito sobre la laguna que nos hubiera gustado (se cotizan a partir de 500 euros la noche), estabamos en una cabañita bastante resultona. Con pocas actividades para elegir pero que tenía dos puntos ganadores: el primero, que estaba delante de la única playa que hay en la isla (el nombre de la playa es Matira) lo cual nos aseguraba poder tomar el solecito en la arena y no en una roca como en los cangrejos, y el segundo, que daba a la parte más bonita de la laguna, una zona de más de 1 km de longitud hacia mar adentro y con el agua llegándote en todo el tramo por la cintura. Esta nuestra bañera gigante, como la llamábamos y en la que pasábamos gran parte del día a remojo.





Como actividad decidimos hacer un buceo, porque aquí tienes la oportunidad de nadar con tiburones tipo “lemon”, que aunque por su nombre parecen muy normalitos, son los más grandes de toda Oceanía pudiendo llegar a medir hasta 4 metros. Nuestro instructor Iván, lo que nos dijo es que estos tiburones que en otras partes pueden ser considerados peligrosos, aquí eran bastante tranquilos, aunque lo que sí nos recalcaba era que no les quitáramos el ojo de encima. Ni que decir tiene que la sensación de nadar con estos animales tan grandes alrededor nuestro es impresionante y quedamos encantados con la experiencia.



Como resumen, para nosotros, Bora Bora (al final la llamábamos cariñosamente Boring Boring) y Polinesia en general, son destinos perfectos y excepcionales para alguien que esté dispuesto a dejarse hasta los riñones, pero si se mira la “pela” como hacemos la mayoría de los mortales, hay destinos en el mundo no tan alejados, porque éste es además otro hándicap (desde España hay al menos 35 horas de viaje), y en los que la misma cantidad de dinero que uno se gastaría aquí, te cunde casi el doble (para el que no lo haya leído que vaya al post de playas de Tailandia).

martes, 16 de febrero de 2010

Taha y Raiatea: granjas de perlas y buceo con tiburones

De Moorea cogimos un mini avión a Raiatea, un trayecto algo más largo que el anterior, entorno a unos 40 minutos y en el que sobrevolamos diversas islas del archipiélago como Huahine y Bora Bora, con vistas muy chulas.



En Raiatea nos alojamos en el hotel Sunset Beach (teníamos que decirlo porque es uno de los mejores sitios en que uno puede estar), en un bungalow al lado del mar y en el que la Manager era una mujer genial, que se desvivía por nosotros para cualquier cosa que uno pudiera necesitar (te acercaba al pueblo a comprar, te traía el pan todas las mañanas…). Sin ser el típico resort de lujo, tenía de todo, desde una biblioteca super equipada a Kayaks de todos los tamaños, bicicletas, material de snorkel, sandalias, etc… y gratis!; esto que a uno puede sorprenderle, no lo es tanto en los hoteles de Polinesia, y generalmente debes pagar un alquiler para cualquier material que coges (y a unos precios que son la pera).



En el tiempo que estuvimos en Raiatea hicimos una excursión a una isla colindante, que se llama Taha y que había sido castigada un poquillo por el ciclón. Fuimos a una granja de perlas donde nos explicaron todo el proceso de “gestación” de una perla: básicamente lo que hacen es insertar en una parte de la ostra que va a tener la futura perla, un tejido de una segunda ostra (que se sacrifica para tal fin), rodeando una pequeña bolita que se ha hecho a partir de una tercera ostra. La bolita sirve de núcleo y es para que la perla salga redonda, y el tejido forma capas alrededor de la bola y le da el color típico (las formas irregulares se producen porque no hay bola sino por ejemplo algún grano de arena y sobre este se han generado capas). Una vez insertado tejido y bolita, hay que esperar como unos 18 meses, tiempo en el que las ostras están colgando de una ristra en una zona de mar adentro, para que crezca y se alimente sin impurezas.



La ostra puede volver a sufrir el mismo proceso hasta 3 veces más y las perlas más valoradas son las de la segunda o tercera inserción, porque en estas las bolitas que se pueden introducir son más grandes. El material que utilizan para todo el proceso es el de un quirófano y esto sin exagerar, y los precios que alcanzan son para echarse a templar.

De ahí fuimos a ver una plantación de Vainilla y a una comida que nos prepararon, típica de Taha, basada en pescado crudo y marinado, pan de coco, arroz, bolas de pescado cocinado y macedonia de frutas (salimos casi rodando). Casi a continuación nos llevaron a un motu a hacer snorkel y como la zona tenía bastantes corales, pudimos ver los típicos peces de colores de coral (con alguna pequeña variación respecto a los de Tailandia).





Al día siguiente, y como llevábamos más de un mes sin hacer buceo, decidimos ir a hacer una inmersión en la zona de Raiatea. Nuestra primera intención era ir a un paso que se llamaba Terupati y que era la puerta de entrada de los peces y tiburones del océano al interior de la laguna, pero cuando decimos entrada, hablamos de hordas de animales. Nuestro gozo quedó en un pozo cuando nos comentaron que debido al ciclón (cuantas veces lo habremos mencionado, pero es que nos ha acompañado por activa o por pasiva durante toda nuestra estancia) el paso y el agua estaban muy turbios, con lo que la visibilidad no era muy buena. A cambio, nos ofrecieron ir a otra zona que se llama Miri Miri, ya en el océano, y en la que deberíamos poder ver animales grandes.

El buceo en Miri Miri fue muy pero que muy bueno, y pudimos bucear con tiburones tipo “black tip” que nos pasaban a escasos metros por delante y detrás nuestro, y que nos acompañaron todo el buceo; varios grupos de rayas, algo distintas a las que habíamos visto anteriormente en Moorea; peces roca, los cuales se camuflan espectacularmente en las rocas; peces napoleón, que son gigantescos pero muy graciosos; y peces de colorines a diestro y siniestro (Las fotos las hizo nuestro compañero de buceo Benoit .... merci beacou!!)





De aquí y al cabo de tres días partimos a la famosa isla de Bora Bora, aunque esto queda ya para el siguiente capítulo

jueves, 11 de febrero de 2010

La Ora Na desde Tahiti y Moorea

Llegamos a Polinesia!!! La isla de Tahiti nos recibió tras sufrir un día antes, los efectos de uno de los ciclones más fuertes de su historia reciente. Por suerte, el ciclón pasó a 300 km de la isla, pero aún así estuvieron una noche entera con un viento terrible y cortes de luz continuos, y sus efectos quedaron patentes en árboles y tejados destrozados. Los ciclones son relativamente raros en esta zona y dicen que suele haber uno fuerte cada 10-12 años, coincidiendo cuando el fenómeno del Niño pasa de la zona del Atlántico al Pacífico – qué casualidad que nos tocara pensamos.

Debido al ciclón, el tiempo de los dos primeros días fue un poco raro, con lluvias intermitentes y un calor sofocante entre las mismas. El agua del mar también andaba bastante revuelta, y concretamente al lado de Papeete estaba marrón-rojizo en vez de su color turquesa habitual. Aunque empezábamos a preocuparnos con todo esto (ir a Polinesia para encontrarte este panorama no es que sea muy alentador), nos tranquilizaron diciéndonos que en dos días, la arena y tierra del agua empezaría a sedimentar y el ciclón con su fuerza se llevaría todas las nubes de la zona, dejándonos sol y calor para unos cuantos días, cosa que así ha sido.

Nos habían contado que Tahiti no es como la típica postal que uno espera de Polinesia, y es verdad, pero tiene su encanto. Su capital y la ciudad más grande de la Polinesia Francesa es Papeete. Nos llamó la atención que cuando llegas, y sea la hora que sea, te recibe un grupo de músicos y una local muy maja ataviada con un traje típico, que te da la flor nacional que se llama Tiare y que huele francamente bien. Las flores se encuentran omnipresentes en la vida de los polinesios y éstas se suelen llevar como adorno detrás de la oreja (en la izquierda si estás casado o comprometido)

Papeete es una ciudad muy pequeña y se recorre andando en poco tiempo; tiene algún edificio colonial interesante y un mercado típico polinesio que es chulo para un primer contacto y para las compritas de último día.



Nosotros pasamos aquí dos días con unos amigos, David y Eva, que conocimos a través de couchsurfing, una web donde la gente ofrece una cama o sofá en su casa. Nos vinieron a buscar muy amablemente al aeropuerto cuando llegamos por la noche y al día siguiente nos enseñaron la ciudad. Por la noche y para cenar, fuimos a la Place Vaiete donde se ponen unas cuantas caravanas (aquí Roulottes) con mesas y sillas alrededor y montan restaurantes exteriores improvisados, con muchas opciones y con comida rica, rica y relativamente bien de precio. El plato más típico es el “Poisson cru” (pescado crudo y leche de coco).

Al cabo de dos días y tras coger un pase de avión con Air Tahiti para las Islas de la Sociedad, salimos pronto por la mañana hacia Moorea. Realmente fue el viaje de avión más corto de nuestra vida. En tan sólo 5 minutos estábamos ya aterrizando y en 10 estábamos con las maletas en la puerta del aeropuerto esperando a que nos vinieran a buscar.



Moorea es otra isla que está muy cerquita de Tahiti, de hecho la veíamos desde la casa de David y Eva, y se puede hacer también en un ferry que tarda media hora, aunque con el mar revuelto pues como que no apetecía mucho.

Cuando se ve Moorea desde el avión, entonces sí que uno tiene delante lo que imaginaba sobre las islas de la Polinesia. Una isla muy montañosa, muy verde y rodeada por una laguna de colores que van del turquesa al azul celeste. En dos palabras: IM - PRESIONANTE! Aquí pasamos dos días, principalmente descansando, aclimatándonos al calor y haciendo mucho snorkell!



Moorea está habitada sobre todo en la parte Norte. Tiene una carretera que la circunvala por la costa y que tiene unos 60 km. Como casi todas las Islas de la Sociedad, apenas tiene playas y las que hay se encuentran en los “motus” que son islas que se forman en la barrera de coral que rodean la isla y forman la laguna. En Moorea concretamente, la laguna tiene bastante profundidad en la zona del centro y cuando se acerca a la barrera de coral se vuelve muy superficial, llegando en algunos puntos a cubrir sólo por los tobillos. Las actividades típicas son el snorkelling y el buceo aunque también se estila el trekking, ya que tiene mucha montaña y desde algunos picos, las vistas son impresionantes.



Lo mejor: nuestro primer contacto con rayas y tiburones!!!! La dueña del hotel en que estábamos nos llevó de excursión con una barquita a una zona donde suelen acudir estos animales, y la experiencia fue genial. Las rayas son super curiosas, les encanta jugar y se dejan acariciar (son muy suaves!). Es más, les gusta que les quites la arena de encima así que se posan en el suelo y se van cubriendo de arena conforme se la vas quitando!!! … se nos caía la baba con ellas). Loa tiburones no son muy grandes, como mucho un metro y medio, y se pasaban el rato dando vueltas en nuestra zona. Primero se acercó el primer tiburón, un baby porque era enano y fue dejar todo para ir a verlo. Luego vino uno más grande y también fuimos nadando detrás para verlo lo más cerca posible. Un rato después, aunque vinieron varios y estuvieron dando vueltas al lado nuestro como estábamos tan entretenidos jugando con las rayas, casi no les hicimos ni caso…. quién nos lo iba a decir!!





Por ponerle un pero a todo esto: si no tienes un coche o barca (los cuales son algo carillos), estás vendido – a menos que tu localización sea excepcionalmente buena o que tengas tanta la pasta suficiente para pagar diariamente entre 80 – 150 euros por el desplazamiento.

jueves, 4 de febrero de 2010

Vuelta a Aukland: Kaikoura, Hammer Springs, Lake Taupo y Rotorua

Con nuestra nueva caravana nos dirigimos a hacer los 1200 km que nos quedaban de Christchurch a Auckland en 4 días que teníamos. La verdad que era un poco de paliza pero a quién le importaba… con nuestra caravana, tan bonita y tan nueva, y comparada con la otra, estábamos la mar de contentos y tiramos millas.

- Día 11 (Christchurch-Kaikoura): Estas dos ciudades se encuentran a 2 horas y media de distancia pero decidimos dar un pequeño rodeo para ir a Hammer Springs, un pueblo de montaña con aguas termales y que nos habíamos quedado con las ganas de ver. Cuando llegamos nos fuimos directos a los baños y nos quedamos ahí a remojo un par de horas. Es muy entretenido, con varias piscinas de varias temperaturas, desde 33 hasta 41 grados y con todo tipo de minerales (por ponerle un "pero", las piscinas de azufre huelen algo fuerte)



De ahí nos fuimos hacia Kaikoura, que estaba a una hora y media por una carretera de montaña muy chula y en la que como siempre íbamos prácticamente solos.

- Día 12 (Kaikoura-norte de Wellington): Kaikoura es famosa por la gran cantidad de animales acuáticos que se pueden ver y en especial por las ballenas, delfines y focas. Esto es debido a que tiene un fondo marino muy rico en nutrientes, por su forma y por ciertas corrientes marinas, así que estos animales se encuentran muy a gusto en sus aguas. Como íbamos apretados de tiempo, por la mañana nos dimos un paseo por varias playas en las que vimos un montón de focas.





Como teníamos que coger esa misma tarde un ferry en Picton, salimos pronto de Kaikoura. Paramos a comer frente a otra colonia de focas, donde había muchas jovencitas y eran mucho más divertidas porque no paraban de dar saltos en el agua y moverse de un lado para otro. Por cierto, qué gusto comer dentro de la caravana con vistas al mar y a las focas! (en la primera que teníamos, no cabíamos dentro para comer)



Una vez en Picton cogimos el ferry, el cual es muy entretenido porque la primera hora y media es tipo crucero y va pasando por todo el Malborough Sound (tipo fiordo pero en este caso se trata de un valle que se hundió en el mar). El efecto es muy parecido al de un fiordo pero por lo menos en este caso las paredes de las montañas son menos rectas y las montañas son en general más bajas. Típico del tiempo aquí en Nueva Zelanda, cuando lo cogimos estaba el cielo totalmente azul y para cuando abandonamos la isla sur estaba lloviendo y no se veía absolutamente nada por la neblina que lo cubría todo.



Cuando llegamos a Wellington era tarde pero decidimos seguir haciendo millas hacia el norte hasta que estuviéramos muy cansados (queríamos aprovechar el día siguiente) y finiquitamos el día casi a la 1 de la mañana …

- Día 13 (Norte Wellington-Lake Taupo): La zona más interesante que atravesamos en este día fue el Tongarino Park el cual tiene un trekking muy famoso de unos 14 km y que nos hubiera gustado hacer aunque cuando pasamos por la zona estaba diluviando y no se veía absolutamente nada en las montañas, así que concretamente ese día tampoco nos perdíamos nada. Supuestamente es precioso porque pasa por al lado de 3 volcanes y el paisaje debe ser bastante espectacular.

Llegamos al lago Taupo que es uno de los mayores de Nueva Zelanda y que se formó por una explosión de un volcán. El lago es muy bonito, pero la ciudad de Taupo en sí no tiene nada y como casi todas en NZ a las 5 cierra todo, incluidas tiendas y cafeterías.



Ahí al lado también vimos las cataratas de Huka que son bastante bajitas (9 o 10 m) pero que llevan tal cantidad de agua que podrían llenar un estadio de futbol en 2 segundos (o en muy poco tiempo, vaya!)



- Día 13 (Lake Taupo- Auckland): Nos dirigimos a Rotorua por una carretera que es conocida como “la ruta termal” y es bastante activa volcánicamente hablando; hay muchos sitios por donde sale humo - vapor que se ven desde la carretera, lo cual es bastante curioso. Toda el área en sí es interesante para quedarse algún tiempo porque tiene muchos geiseres y zonas termales para visitar, con spas y baños de barro en los que te puedes bañar aprovechando las altas temperaturas y minerales que se producen naturalmente.

Como hay que pagar para ver todos estos geiseres nosotros elegimos uno, el de Te Puia , ya que es uno de los más famosos, que está al lado de Rotorua e incluye una visita cultural Maorí de la que teníamos bastantes ganas porque en todo el tiempo que llevábamos no habíamos visto prácticamente nada (ni Maoris propiamente dichos).



La visita es super completa porque conseguimos ver de una vez todo lo que nos faltaba:

1) Danzas y cantos Maoris: vimos incluso lo que se conoce como la Haka y que nos atraía bastante. Se trata de una danza de guerra que hacían los Maoris para asustar al enemigo y que ahora es famosa porque la hacen en rugby los Old Blacks antes de los partidos, sacando la lengua y moviendo los brazos, bastante curiosa.



2) Geiseres. Aquí hay varios pero el más importante es el de Te Puia que sube hasta unos 7 m cuando está en “erupción”. Como se trata de una zona muy activa, hay lava por debajo y en contacto con el agua del río hace que está hierba y salte por los aires. Conforme va cayendo pierde enseguida temperatura y menos mal porque nos dio algún que otro remojón mientras estábamos ahí y nos hubiera dado un buen susto si hubiera estado hirviendo.

3) Kiwis! Estos pájaros dan nombre a los neozelandeses y están hoy en día en peligro de extinción debido a todos los depredadores que se han ido introduciendo. Además son extraordinariamente difíciles de ver porque son sólo activos por la noche. Aquí tenían una pareja de kiwis (no les pudimos hacer fotos pero son como una bola de pelos del tamaño de un balón de futbol y luego tienen un pico larguísimo y estrecho) y les han cambiado los biorritmos de forma que por el día les imitan las condiciones de por la noche y así la gente les puede ver activos y por la noche les ponen el día (pobrecitos, jeje, que engañados que les tienen!)

Tras esta inmersión cultural tan completa, nos dirigimos a Auckland, otra pequeña palicilla en coche de unos 400km. En Auckland ya acaba nuestro periplo Neozelandés, bueno, decir que aquí hemos estado casi 6 días porque tuvimos que retrasar el viaje a Polinesia por ciclones varios. Aquí estuvimos en un Hostel superchulo, al lado de una zona de volcanes (inactivos y apagadísimos) donde hemos conocido a un montón de gente, a Julia, Cecile, Adrian, Brend … gente que como nosotros está viajando y con la que pasamos una semana realmente entretenida!!